lunes, 20 de diciembre de 2010

YULE O EL TRIUNFO DE LA LUZ

Coincidiendo con la celebración de la Navidad – Natividad cristiana, la tradición nórdica celebra la festividad de Yule.
Yule honra el solsticio de invierno: el triunfo de la Luz sobre la Oscuridad. El renacimiento del Sol.
Tanto en una como en otra, la esencia de la tradición invita al Recogimiento y a la Quietud.
A la contemplación del Misterio que late en la belleza invernal y que en el entorno se hace presente en la desnudez y la austeridad de las formas.
Belleza revelada en las ramas desnudas de un árbol, en el silencio del bosque, en el hielo y en la roca.
Belleza esencial. Contenida.
Belleza de la Solidez y de la Fragilidad.
La contemplación de esta belleza invernal nos permite vivenciar, una vez más, la Maravilla de la Naturaleza y de la Vida en sus múltiples expresiones.
Nos recuerda que, más allá de las apariencias, del derroche, los fuegos de artificio y el ruido, que a muchos dejan exhaustos o vacíos, existe un lugar donde nuestro corazón encuentra consuelo y alivio si nos dejamos rodear y permear por la quietud, serenidad y profundidad que propicia esta estación.
Más allá de la artificialidad, Yule o la Navidad, ambas expresan el Advenimiento de una Luz Nueva que triunfa sobre la oscuridad.
El Nacimiento de una nueva Esperanza.
Y, en otro orden de cosas, se me ocurre que, como siempre, la Madre Naturaleza es una Maestra de Vida y nos muestra que, llevado a nuestras vidas personales, aún en los momentos de mayor oscuridad, siempre podremos albergar la esperanza del retorno de la Luz.


Feliz Yule.
Feliz Navidad.

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